Cambiar de Hábitos: 8 pasos para conseguirlo

Cambiar hábitos exige tiempo, pero también un compromiso firme. Modificar aquello que se lleva a cabo en el día a día casi de forma rutinaria no siempre es fácil, pero es posible.

La motivación, el esfuerzo y la voluntad suelen ser aspectos claves. Sin embargo, sin una estrategia eficaz tampoco se llega a ninguna parte. Y para ello, esta debe considerar si lo que se pretende conseguir está relacionado con la propia escala de valores, además de un tiempo dedicado al entrenamiento.

Si ambos factores están presentes, el proceso sobre cómo cambiar hábitos es mucho más sencillo. Al fin y al cabo, el cerebro se caracteriza por su plasticidad, que es la capacidad para seguir aprendiendo y reorganizar sus mapas mentales hasta el final de la vida. Por lo que el cambio siempre es posible.

Ahora bien, ¿cómo se cambian los hábitos exactamente? A continuación lo desvelamos. 

1. Identificar los hábitos que se desean cambiar

No es posible cambiar todo a la vez, por ello es recomendable en primer lugar hacer un listado de los hábitos que se desean cambiar. Una vez hecho esto, el siguiente paso sería establecer un orden para identificar por cuál se desea empezar. Hay que tener en cuenta que la multitarea no suele tener buenos resultados, de ahí que la recomendación sea elegir un hábito para enfocarse en él totalmente. Y una vez que esté consolidado, continuar con el siguiente.

2. Reflexionar sobre el propósito de cambio

Otro paso que debería hacerse casi a la par que el anterior es reflexionar sobre el propósito de cambiar esos hábitos. Es decir, ¿qué hay detrás del deseo de modificar esos hábitos?, ¿cuál es la intención que lo promueve?, ¿por qué razón se desea cambiar dichos hábitos?, ¿con qué se realizará el cambio?

Además, es muy importante considerar si aquello que se desea conseguir está relacionado con la escala de valores. Si es así, habrá un impulso extra para su realización, ya que estará fomentado por la motivación intrínseca, en la que la recompensa es la ejecución de la tarea.

3. Planificar objetivos y buscar tiempo para comenzar

El siguiente paso consiste en desgranar el hábito que se desea cambiar en pequeñas metas y objetivos a corto plazo, es decir, en cómo se va a hacer. De esta forma, será mucho más fácil ir implementado el cambio, ya que será un proceso progresivo.

Dividir una meta a largo plazo en objetivos a corto plazo tiene muchos beneficios: desde ofrecer la posibilidad de realizar pequeñas mejoras en el camino hasta liberar de cierto estrés, ajustar expectativas y medir si se está haciendo bien o se está equivocado.

Tras la planificación de objetivos, habrá que buscar un tiempo para comenzar a cambiar de hábitos. Porque de nada vale el deseo de hacerlo, si no se entra en acción. De ahí que buscar huecos en el día a día para introducir esas pequeñas metas y objetivos será un aspecto fundamental.

4. Dar prioridad

Cambiar de hábitos es todo un reto. Y como cualquier reto, necesita que le demos prioridad. En este caso, la prioridad es convertir ese nuevo hábito en una rutina, por lo que no hay que olvidarse de él. Para ello, se puede optar por crear alarmas, apuntarlo en la agenda o en cualquier otro sitio que sirva como recordatorio. La cuestión es que ese nuevo hábito forme parte de lo que hacemos cada día en la medida de lo posible para que, en un futuro, llegue a automatizarse.

5. Cultivar la paciencia y mantener el compromiso de cambio

Si hay dos aspectos clave a la hora de cambiar hábitos son la paciencia y el compromiso.

La paciencia porque evidentemente habrá resistencias y se necesitará tiempo. Hay que tener en cuenta que al cerebro le gusta el ahorro cognitivo, por eso crea rutinas, y el hecho de introducir un nuevo hábito no le resultará agradable en un principio. De hecho, se resistirá bastante y tenderá a hacer lo que consideraba habitual, de ahí que tenerlo en cuenta es importante. Hay que darse tiempo.

El compromiso porque sin él los cambios no son posibles, ya que se trata del impulso que fomenta seguir adelante con aquello que se quiere.

Algo muy recomendable cuando aparece el desánimo o incluso la idea de no continuar es pensar sobre los beneficios que se obtendrán a medio-largo plazo. Esto hará que la intención de cambiar hábitos vuelva a coger fuerzas.

6. Cuidar el diálogo interno

La mente puede jugar malas pasadas y sobre todo en un proceso de cambio. Es fundamental estar atentos a los pensamientos que aparecen cuando el cansancio hace acto de presencia. El cerebro está entrenado para buscar excusas y mantenerse en su rutina y puede llegar a ser muy ingenioso para justificar que los nuevo hábitos no son tan necesarios y sabotearlo todo.

La clave está en saber que las excusas aparecerán y que los pensamientos son solo pensamientos, no verdades absolutas, por lo que hay que cuestionarlos, sobre todo si comienzan a enfocarse en aspectos negativos o califican como imposible el hecho de cambiar de hábitos.

7. Tener un plan de emergencia

Si bien controlar todo es imposible, tener en cuenta lo que sucede alrededor sí es posible. Seguramente, aparezcan imprevistos, errores o situaciones que obliguen a modificar de alguna manera los objetivos planteados, pero esto no debe ser un problema a la hora de cambiar hábitos. Una opción es tener un plan de emergencia, es decir, contar con una estrategia para cuando no sea posible llevar a cabo lo que se había marcado. Quizás sea posponer para más tarde lo que se pretendía hacer en relación al nuevo hábito o hacerlo de otra manera. La cuestión es no olvidarse de ello, para que siga siendo protagonista del día a día. En relación a esto no hay que olvidar que una de las claves del cambio es la flexibilidad.

8. Medir resultados

Por último, es necesario ir midiendo resultados en base a los objetivos y metas planificados. Hay que revisar si el compromiso sigue vigente, si están apareciendo resultados y si realmente en la rutina están presentes las acciones que en su día se fijaron. Esto proporcionará información sobre la consolidación de los nuevos hábitos.

De hecho, si todo va bien, ese nuevo hábito muy fácilmente se convertirá en parte de nuestra filosofía de vida porque habrá entrado en consonancia con los valores y se habrá automatizado. El proceso de cambiar hábitos no es fácil, pero es posible. Se trata de un trabajo que requiere consciencia, esfuerzo y mucho compromiso. Habrá momentos difíciles, pero una vez conseguido, la recompensa será muy satisfactoria.