Y lo cierto es que lo mejor está por venir.
A lo largo de la vida pueden darse situaciones en las que ocurren una concatenación de circunstancias de forma completamente azarosa que causan una gran incertidumbre y angustia.
A esta conjunción de eventos no deseados y a priori negativos les llamo “la tormenta perfecta”.
Cuando se desata la tormenta nos sumergimos en el caos y en la vorágine de los cambios. Nos invade una sensación de inseguridad que se traduce en estrés, ansiedad e incluso en problemas de salud.
Sentimos que se tambalean los cimientos sobre los que hemos construido nuestra vida e incluso nuestra identidad. Perdemos el foco completamente y comenzamos a dar bandazos de forma errática.
El cambio es inherente a la vida y sin embargo, nos cuesta mucho gestionar el sentimiento de pérdida causado por el constante devenir de los acontecimientos, sobre todo cuando tenemos un excesivo apego. Éste nos lleva a evocar el pasado con nostalgia y a la creencia de que tiempos pasados siempre fueron mejores.